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¿Somos un equipo?

La capital estira músculos para acoger este domingo uno de los grandes eventos deportivos del año, la Maratón de Pekín. Una cita que congrega a 30.000 corredores que en los días previos no hacen más que implorar a su santoral particular para que salga un día sin contaminación.

Imagen de la Maratón de Pekín de 2012, que se celebró en un día extremadamente contaminado.  MIKEL BUTRAGUEÑO

Imagen de la Maratón de Pekín de 2012, que se celebró en un día extremadamente contaminado.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Pese al gran poder de convocatoria que tiene esta carrera, a simple vista el deporte no ocupa un lugar preferente en el abecedario que entreteje el día a día pequinés. No es una estampa habitual ver corredores de footing, ciclistas o partidillos espontáneos de fútbol en la calle, como ocurre en otros países. La alta carga laboral, los infinitos tiempos in itinere en esta megaciudad o la frecuente contaminación son las razones más repetidas a la hora de justificar que los chinos no se calcen las deportivas. Aún así, los practicantes de bádminton siempre encuentran tiempo para darle a la raqueta durante el fin de semana e invaden, literalmente, los parques de la ciudad y las pistas de este deporte.

El bádminton es el deporte que más se practica por las calles de Pekín. MIKEL BUTRAGUEÑO

El bádminton es el deporte que más se practica por las calles de Pekín.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Para evitar la contaminación, la alternativa es mover el esqueleto a cubierto, por lo que proliferan los gimnasios. Acudir a ellos es, como no podía ser de otra manera, toda una experiencia. Los tienes de todos los rangos y precios, y la higiene va acorde con el precio del abono. He visitado varios y un elemento omnipresente es una fregona que nadie juraría que no fue negra. No se cansan de pasarla por el suelo, aunque esté sucia a más no poder y lo único que haga es dispersar una y otra vez la porquería. Lo que más éxito tiene son la cintas de correr, las bicicletas estáticas, las elípticas, los cuadriláteros de boxeo y las pesas. En muchos gimnasios se imparten clases de taichi, body pump, aerobic, yoga, pilates, spinning, pesas… Los bailes latinos, la zumba y el flamenco tienen muy buena acogida, y sin duda se puede afirmar que los ritmos latinos triunfan por estos lares. Después de quemar calorías, llega el desfile en el vestuario. Las chinas se pasean totalmente desnudas, al margen de la edad y sin ningún tipo de pudor; pueden estar horas cotorreando sobre la compra y el trabajo o secándose el pelo sin tapar un ápice de su piel. Es una naturalidad muy sana y fruto, creo yo, de la masificación social.

Detalle del parque olímpico de la capital. MIKEL BUTRAGUEÑO

Detalle del parque olímpico de la capital.
MIKEL BUTRAGUEÑO

A pesar de esta superpoblación, es chocante que los deportes de grupo no sean su fuerte, y se nota. El compañerismo y el trabajo en equipo, virtudes que se hallan en las actividades colectivas, brillan por su ausencia en varios aspectos cotidianos. Y sin embargo, los chinos destacan con luz propia en algunas modalidades de deporte individual: el bádminton, ping pong, natación, patinaje… La disciplina, la tenacidad y el afán de perfeccionismo son sus mejores armas, y China triunfó en el medallero olímpico de Londres con un total de 88 metales. Sólo le superó Estados Unidos en el podio, pero los asiáticos lograron la mejor actuación de su delegación en unos Juegos Olímpicos en el extranjero. El éxito deportivo se ha convertido en una de las nuevas cruzadas del Gobierno chino, y a golpe de talonario está impulsando la calidad de dos deportes en auge: el fútbol y el baloncesto. Ya lo dijo Xi Jinping, máximo mandatario chino en 2009: “China está decidida a llevar su fútbol a un nivel superior, y esto puede llevar mucho tiempo”. Aunque, a día de hoy, el fútbol tiene un tufillo de amaños y desinterés sólo impulsado por fichajes de renombre. Como hace años pasaba en Japón, la Superliga china de fútbol, repartiendo yuanes a diestro y siniestro, ha atraído a sus filas a nombres conocidos como Marcello Lippi, Didier Drogba o Anelka, además del proyecto fallido de Jose Antonio Camacho como entrenador de la selección nacional.

Partido de viejas glorias de Brasil y China que se jugó en agosto en el Estado Olímpico de El Nido. MIKEL BUTRAGUEÑO

Partido de viejas glorias de Brasil y China que se jugó en agosto en el Estado Olímpico de El Nido.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Precisamente, la falta de competitividad y espíritu colectivo era uno de los frecuentes reproches del acalorado entrenador murciano contra el balompié del país. El equipo de Pekín, el Beijing Guoan, concita la atención de miles de seguidores que acuden ataviados con la bufanda y la camiseta verde del equipo. La estrella indiscutible, antaño goleador en la liga española, es el exsevillista Kanuté. Los partidos suelen ser los miércoles o los viernes, dejando libre a la parroquia el disfrute del fin de semana. Acudimos a un encuentro de alta tensión, el que jugaron contra su eterno rival, el Shanghai, y el público vibraba y enloquecía con cada gol o jugada de infarto. A diferencia de los eventos culturales, en los que el respetable chino es bastante rácano con sus aplausos, en el fútbol se desgañitaban animando a su equipo o pitando al rival. Hay que entender también que este partido era el equivalente a un Madrid–Barça pero a lo chino.

Los Beijing Ducks de baloncesto, de blanco, hicieron sudar al Real Madrid. MIKEL BUTRAGUEÑO

Los Beijing Ducks de baloncesto, de blanco, hicieron sudar al Real Madrid.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Algo parecido ocurrió en el partido de baloncesto al que acudimos la semana pasada, los Beijing Ducks contra el Real Madrid. Ya hay 28 ex jugadores de la NBA que han cruzado el charco para compartir su técnica en la CBA, la liga china. Gracias a su buen hacer y a la calidad de los jugadores chinos, el nivel mostrado por el equipo local fue muy alto y los del Madrid sudaron la camiseta en una ajustada victoria. En los descansos las cheerleaders chinas saltaban al campo para deleitar al público con sus coreografías (algunas con cierto toque hispano con capotes como deferencia al rival), mientras los animadores tiraban camisetas al público y caldeaban el ambiente con sus gritos. Un reflejo de que China está potenciando su espíritu deportivo y que sus ciudadanos han recogido gustosos el guante.

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