Xie xie ni, China

Al igual que el 2013, también echamos la persiana. La escapada china concluyó, tras más de dos años inmersos en el gigante asiático y, tristemente, ‘Setas y bambú’ se despide de la cazuela china y vuelve a sus orígenes navarros. Han sido ocho meses de blog en los que hemos intentado acercaros, a través de palabras e imágenes, un poquito del día a día en un país tan contradictorio e inclasificable como es China. Cuando has vivido en primera línea una experiencia tan enriquecedora como ésta, no puedes evitar echar la vista atrás y volver a recordar aspectos que ya estamos echando de menos. Para muestra, este ‘top ten’:

1.- El sabor oriental: en Pekín todos los días recibes flashes visuales que te recuerdan que no estás en tu Pamplona natal. Carromatos atestados hasta lo inimaginable, gente caminando en pijama y pantuflas por la calle, octogenarios bailando en los parques, gente de cuclillas comiendo con palillos, bebes con el culete al aire, centros comerciales con las marcas más lujosas del planeta, neones con caracteres chinos, cometas por doquier….Y por supuesto, ríos y ríos de gente con ojos rasgados a todas horas y en todas partes, algunos deseosos de sacarse una foto con un laowai como tú.

China es un país muy rico en mestizaje cultural. MIKEL BUTRAGUEÑO

China es un país muy rico en mestizaje cultural.
MIKEL BUTRAGUEÑO

2.- La enorme riqueza cultural: China puede presumir como pocos de un pasado rico en descubrimientos e ingenio, y Pekín es uno de los máximos exponentes de este legado. Hay muchos más templos, centros del saber o rincones centenarios de lo que muestran las guías turísticas. Paseas por Tiananmen y recuerdas las imágenes del tanque, te pierdes en el Palacio de verano y retornas a la época de los Ming, recorres un tramo de la Gran Muralla china y… ¡qué decir de la muralla! Pekín es una ciudad que siempre te enseña algo nuevo y que satisface al visitante más exigente… lo hemos comprobado en las caras de todos nuestros invitados.

3.- La gastronomía: no se trata sólo de la sorprendente variedad de la cocina china, a la que los restaurantes homólogos de España no le hacen nada de justicia. Ya lo comentaba en otra entrada: «Ni rastro del rollito primavera»… Durante estos dos años Pekín se ha convertido en un paraíso gastronómico en el que hemos tenido al alcance del paladar todos los fogones del mundo: comida persa, libanesa, griega, vietnamita, tailandesa, india, tibetana, coreana, japonesa, mediterránea, peruana, sudafricana, europea…

4.- El ‘huevo’, el centro de artes escénicas de Pekín: la oferta de este epicentro cultural es interminable y, nosotros nos hemos sumado a muchas de sus propuestas. Vibrar con Plácido Domingo, emocionarnos con la Coral de Cámara de Navarra, canturrear el ballet del Lago de los cisnes, sorprenderse con la ópera de ‘El holandés errante’… Raro ha sido el mes que no hallamos pisado este templo cultural y arquitectónico, a pesar de que las obras de teatro nos eran vetadas por obvios problemas de entendimiento.

Hemos perdido la cuenta de los espectáculos y recitales a los que hemos acudido en China. Es un auténtico lujo tanta oferta cultural. MIKEL BUTRAGUEÑO

Hemos perdido la cuenta de los espectáculos y recitales a los que hemos acudido en China. Es un auténtico lujo tanta oferta cultural.
MIKEL BUTRAGUEÑO

5.- La falta de códigos: aunque hay algunos comportamientos que no echaré nada de menos (escupitajos, la manía de colarse, el dedo minero en la nariz…), una de las facetas que más me gusta de los chinos es su desenfado a la hora de vestir. No hay ningún miedo al qué dirán o una dependencia a los caprichos de la moda. Los chinos visten como les da la gana, y son capaces de crear desde auténticas aberraciones visuales en su vestuario hasta las combinaciones más curiosas y originales. Echaré de menos esta ausencia de convencionalismos a la hora de vestir o de comportarse en una ciudad donde todo el mundo goza del más completo anonimato.

6.- La bicicleta: aunque ha perdido unidades en detrimento del coche, Pekín sigue siendo una ciudad amable para las dos ruedas salpicada de carriles bici. Perderse en las callejuelas antiguas de la ciudad a ritmo de pedales entre los «ni hao» de los sorprendidos moradores es uno de los recuerdos más bonitos que nos llevamos en la retina.

7.- La arquitectura: nunca como hasta ahora había sido testigo de la convivencia, a veces un poco tirante, entre las residencias tradicionales chinas, con sus tejados de tejas de piedras, sus puertas fascinantes y su marquetería de madera, con la vanguardia arquitectónica más contemporánea. En Pekín, y qué decir de Shanghai, se erigen auténticas mecas del siglo XXI, edificios firmados por las estrellas más rutilantes del universo de la escuadra y el cartabón.

8.- Asia al alcance de la mano: la posición estratégica de Pekín ha sido el trampolín perfecto para adentrarse en los encantos del continente. Filipinas marcó el pistoletazo de salida de unos viajes que nos han llevado a Corea del Sur, Birmania, Vietnam, Singapur, Indonesia y Japón. Y en turismo interior tampoco nos hemos quedado cortos: Hong Kong, Macao, Yangshuo, Shanghai, Nanjing, Xi’an, Datong, Pingyao, Shaolin, Chengde, Qingdao, Tianjin, Harbin, la provincia de Yunnan… Visitas que nos han servido para descubrir la exuberante naturaleza de China, el folclore de sus etnias, el carácter amable de la gente del interior, sus miedos y represiones, sus tradiciones…

En nuestros viajes hemos descubierto que Birmania es uno de los tesoros mejor guardados de Asia. MIKEL BUTRAGUEÑO

En nuestros viajes hemos descubierto que Birmania es uno de los tesoros mejor guardados de Asia.
MIKEL BUTRAGUEÑO

9.- La energía de la ciudad: Asia se está convirtiendo en el centro del mundo, y podría decirse que Pekín es su ombligo. Es una ciudad vibrante que nunca descansa, cual dragón que te ofrece caras luminosas y oscuras. Es una urbe en la que suceden cosas y en la que se toman decisiones que afectan a todo el mundo, a la que periódicamente vienen los máximos mandatarios… En nuestra última semana visitaron Pekín Jean-Marc Ayrault, primer ministro francés, David Cameron, primer ministro británico y Joe Biden, segundo de Obama. Curioso que, en los dos años que hemos estado aquí Mariano no se haya ni acercado.

10.- Los amigos: cuando vives a 8.000 kilómetros de tu hogar, a pesar del Whatsapp y el Ovoo, extrañas muchas cosas, pero por encima de todo a la familia y los amigos. Por eso, la gente con la que congenias y a la que le coges cariño se convierte en tu familia temporal, en ese apoyo cercano tan necesario para contarte las penas, reír o charlar. Nos sentimos muy afortunados porque hemos conocido a auténticas joyas humanas que esperamos seguir guardando en nuestro joyero!

Están todos los que son, pero no son todos los que están. Os llevaremos siempre con nosotros, amigos pequineses. MIKEL BUTRAGUEÑO

Están todos los que son, pero no son todos los que están. Os llevaremos siempre con nosotros, amigos pequineses.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Que los japoneses lideren el ranking de los países con la peor percepción de China no es ninguna sorpresa, ya que todavía escuecen muchas heridas del pasado que les hacen mirarse con mucho recelo. Pero, ¿sabéis qué país es el segundo en este deshonroso ranking de chinofobia? Sí, es España.

Encuesta de la BBC World Service, en la que España es el segundo país con peor percepción de China.

Encuesta de la BBC World Service, en la que España es el segundo país con peor percepción de China.

Quizás esa percepción se deba a la errónea idea de que los culpables de la crisis y el desempleo sean los chinos, o de que llegan aquí a trabajar y llevarse el dinero empobreciendo al país, o de que cocinan los perros y gatos que encuentran en la calle, o de que no pagan impuestos o qué se yo más bulos que se oyen en la sociedad española. Cuando escucho todo esto, suelo preguntar: ¿En qué se parece un emigrante español que inaugura un restaurante en Londres y un inmigrante chino que abre un «todo a 100» en España? En que los dos, obligados por las circunstancias, han tenido que salir de sus países para probar suerte debido a un porvenir que se les negaba si se quedaban en casa. España ya está sufriendo esa emigración obligada tras varios años de inmigración y una consecuente y vergonzosa xenofobia.

¿Sabéis cuántos habitantes tiene China? 1.300 millones. ¿Y Europa y el norte de África juntas? 1.300 millones. ¿En qué se parecen un noruego, un español y un tunecino? Desde «Setas y bambú» hemos intentado abrir un poco la ventana a este país tan lejano y desconocido, para contaros las cosas buenas y las no tanto. Nosotros no podemos estar más agradecidos y siempre que veamos un mapa se nos irá la vista a Oriente, siguiendo la Ruta de la Seda, donde dejamos amigos, experiencias y dos años que nunca, nunca olvidaremos. Xie Xie ni Beijing!!

Las puertas de 'Setas y bambú' se cierran definitivamente. No podemos expresar con palabras nuestro agradecimiento a nuestros fieles lectores... Xie xie ni de corazón!

Las puertas de ‘Setas y bambú’ se cierran definitivamente. No podemos expresar con palabras nuestro agradecimiento a nuestros fieles lectores… Xie xie ni de corazón!

Por último, os dejamos con un regalo: un vídeo realizado por otro ‘acogido’ en Pekín que resume los contrastes del que ha sido nuestro hogar de adopción. ¡Muchas gracias por estar ahí, queridos lectores, y a ver dónde se cruzan nuestros caminos otra vez!

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Indulgencia para un cuerpo estresado

Saben dónde presionar y dónde estirar, ya que en China son unos auténticos expertos en la materia. El arte del masaje alcanza su plenitud en el sudeste asiático, donde cada región ha acuñado sus propios estilos. El relajante masaje autocurativo japonés o shiatsu, el incisivo y doloroso tradicional chino, el relajante tailandés, el terapéutico balinés…todos compiten por hacerse con el mayor número de cuerpos tensos y estresados a los que desengrasar. A unos precios realmente asequibles (por un masaje con aceite de una hora puedes desembolsar 16 euros), los centros de masaje chinos ofertan un amplio abanico de servicios de lo más variado.

Hay auténticos paraísos sensoriales, lugares en los que nada más entrar olvidas el estrés o la fatiga por la música relajante, la cuidada iluminación tenue, la ambientación oriental, budista o zen, el olor a incienso, los pétalos… También hay cuchitriles destartalados en los que cuesta relajarse sobre unas sábanas que no conocen el significado de la palabra lejía. Pero escojas la vía glamurosa o la cutre de batalla, tienes garantizado unos profesionales eficientes que realmente saben dar un buen masaje a un precio más barato que en Europa. Algunos centros, además del masaje en sí, te muestran una carta en la que puedes elegir una bebida (zumos naturales incluidos) y algo para picar. En otros tienes una televisión en la que puedes sintonizar el canal que quieras mientras te masajean, y en muchos te ofrecen la posibilidad de ducharte tras el masaje para no salir con todo el pringue.

Hay masajes en los que te dan una especie de pijama y sobre él presionan tu cuerpo, como en los masajes ciegos (realizados por invidentes, con mucha fama de intuir qué partes de tu cuerpo necesitan más atención) o los masajes tradicionales chinos, conocidos como tuina, en los que la presión es muy potente y se busca el equilibrio interno del yin y el yang. No os podéis imaginar lo incisivos que son en los bordes de los omóplatos o en los huecos que hay entre las vértebras, haciendo que salgas con la mandíbula en tensión y lagrimillas asomando por los ojos. Sin embargo, el resultado final merece la pena. Toca desvestirse cuando quieres recibir un relajante masaje con aceite caliente o un cupping, que es una de las variedades más chocantes que hemos conocido.

Así se queda una espalda tras un tratamiento de cupping.

Así se queda una espalda tras un tratamiento de cupping.

Consiste en poner sobre la espalda unos vasos de cristal con aspecto de bombilla que previamente se calientan con una llama. La idea es que estos vasos hagan ventosa en la piel con un efecto de vacío y succionen la piel y el músculo. De esta manera se favorece la circulación sanguínea y se dice que se estimula el flujo de la energía corporal. El resultado canta mucho a la vista: las ronchas parecen rodajas de chorizo, y tardan varios días, o incluso semanas, en desaparecer sin dejar rastro.

Los chinos creen mucho en esta modalidad de masaje y no es raro ver a gente, sobre todo en verano, con estas marcas por el cuerpo. Son una prueba más de la veneración que se siente por la medicina tradicional china, fundamentada en el equilibrio de las fuerzas interiores o el ‘chi’. Las dolencias llegan cuando se altera este equilibrio interior, y esta modalidad terapéutica las combate a través de varias prácticas muy arraigadas en China: la alimentación (en la que el té ocupa un lugar central), el ejercicio (con prácticas milenarias como el taichi), la meditación, la acupuntura o los masajes. Es una modalidad de medicina alternativa que tiene multitud de hospitales y farmacias diseminadas por todo el país, y que convive en armonía con la medicina ‘convencional’ aceptada en Occidente.

Cuando vives en una ciudad tan caótica y bulliciosa como Pekín a veces necesitas darle al «pause» y refugiarte en estos pequeños oasis sensoriales donde, no sé si será por el zen, el fengshui, el yin o el yang, yo salgo hecha una rosa que levita.

Una mujer practica taichi en un parque de Shanghai para alcanzar su equilibrio interior.  MIKEL BUTRAGUEÑO

Una mujer practica taichi en un parque de Shanghai para alcanzar su equilibrio interior.
MIKEL BUTRAGUEÑO

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Hielo y cincel

En China, ya lo hemos dicho muchas veces, todo es a lo grande. Enormes centros comerciales o complejos residenciales interminables marcan el día a día del país, que lleva estas ansias megalómanas hasta iniciativas de lo más curiosas, como el Festival de Esculturas de Hielo y Nieve de Harbin. Si pensamos en un frío extremo, gélido, cortante hasta lo indecible, entonces nos hacemos a la idea de las duras condiciones climáticas en las que viven los habitantes de esta ciudad al noreste de China. Es palpable su proximidad con Rusia, y precisamente la urbe surgió cuando se estiraba el trazado del ferrocarril transiberiano desde la mítica ciudad rusa de Vladivostock hasta la vecina china Dalian. La huella soviética se deja notar en aspectos como la gastronomía, la arquitectura de las avenidas y en las siluetas de las iglesias ortodoxas diseminadas por la ciudad.

Luces de colores que iluminan la cúpula de una iglesia ortodoxa esculpida con hielo y cincel. MIKEL BUTRAGUEÑO

Luces de colores que iluminan la cúpula de una iglesia ortodoxa esculpida con hielo y cincel. MIKEL BUTRAGUEÑO

Sus habitantes han decidido sacar partido del frío siberiano y desde 1963 celebran anualmente, en diciembre y enero, un festival con enormes estructuras de hielo que replican castillos de fantasía (pero sin príncipe que aguante semejante rasca), pagodas orientales, bares, toboganes, mezquitas o personajes famosos como la pose congelada del cantante surcoreano PSY, autor del archimachacón y conocido ‘Gangnam style’.

El autor del 'Gangnam style', inmortalizado en hielo hasta que el sol lo derrita. MIKEL BUTRAGUEÑO

El autor del ‘Gangnam style’, inmortalizado en hielo hasta que el sol lo derrita. MIKEL BUTRAGUEÑO

Así que pertrechados con leggins, vaqueros, pantalones de esquiar, varias capas cebolleras de jerseys, un abrigo, gorro polar, bufanda, guantes y a ratos pasamontañas, el pasado invierno decidimos desafiar a un mercurio que marcaba -27º. Presenciar semejante sucesión de arte a gran escala impresiona y hace que exhales un suspiro que rápidamente se helará en tu pasamontañas. Harbin ha sabido convertir su festival en un importante reclamo turístico que, pese a durar un escaso mes y medio, concita la atención de millares de chinos y extranjeros que se deleitan con el espectáculo de hielo y luces.

El certámen anual es como un recinto de feria en el que las atracciones no se mueven, se contemplan. Por la noche las esculturas se iluminan con los habituales neones chinos, y aunque a veces abusan de manera hortera de las luces discotequeras, hay que reconocer que es un espectáculo único pasear en esta réplica urbana de hielo.

El Festival de Esculturas de Hielo y Nieve de Harbin ofrece unas imágenes heladas asombrosas.  MIKEL BUTRAGUEÑO

El Festival de Esculturas de Hielo y Nieve de Harbin ofrece unas imágenes heladas asombrosas.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Otro de los reclamos para visitar el ‘Moscú de Oriente’ es la Reserva de los magníficos tigres siberianos. Su belleza y majestuosidad moviéndose sobre la blanca pradera nevada a veces hace olvidar su avidez en busca de un bocado. Cual circo romano, la reserva ha puesto precio a los distintos animales que el espectador puede comprar para alimentar a los tigres: desde el módico precio de 20 yuanes (3 euros) por una gallina hasta los 2.000 yuanes (3.000 euros) por una vaca. La ‘gracia’ está en que los animales están vivos, por lo que las cámaras disparan sin cesar para retratar a los tigres relamiéndose con su presa. Bastante morboso. De todas maneras, contemplar a estos animales entre la nieve es una estampa difícil de borrar, como la monumentalidad de una ciudad gélida cincelada con tanto arte.

La reserva de tigres siberianos de Harbin alberga a majestuosos animales. MIKEL BUTRAGUEÑO

La reserva de tigres siberianos de Harbin alberga a majestuosos animales. MIKEL BUTRAGUEÑO

Un mundo de fantasía helado aguarda al visitante invernal de Harbin. MIKEL BUTRAGUEÑO

Un mundo de fantasía helado aguarda al visitante invernal de Harbin. MIKEL BUTRAGUEÑO

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Encuentros a medianoche

China es un enorme mosaico cultural tejido por 56 etnias muy dispares. La mayoritaria es la han, formada por el 92% de los 1.300 millones de habitantes que configuran el país asiático (uno de cada cinco pobladores del planeta, ¡ahí es nada!. El resto se distribuyen por el territorio nacional, pero es la provincia suroccidental de Yunnan la que presume del crisol más multicultural y rico en dialectos milenarios. Entre sus etnias, cada una con sus creencias y peculiaridades, hay una que destaca por mantener una sociedad matriarcal, prácticamente un fósil sociológico: los mosuo.

Una mujer 'mosuo' rema enérgicamente en el lago Luhu.  MIKEL BUTRAGUEÑO

Una mujer ‘mosuo’ rema enérgicamente en el lago Luhu.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Es complicado catalogar su estructura social, pero lo que está claro es que las mujeres tienen la sartén por el mango y se libran de los prejuicios que las condicionan en tantas otras partes del mundo. Las féminas mosuo se ocupan de las finanzas del hogar (dinero que se obtiene principalmente de la agricultura y la ganadería), toman las decisiones importantes y se protegen dentro del clan familiar. Cuando cumplen trece años alcanzan la madurez y logran su independencia mudándose, dentro de su misma casa, a la “habitación florida”, mientras que sus hermanos siguen compartiendo cuarto. Es en este recinto íntimo donde, cuando les apetece (no necesariamente tan jóvenes) invitan a su pareja a pasar la noche. Entre los mosuo no existe el ritual del matrimonio occidental, pero sí que a sus relaciones se les llama «matrimonio ambulante». El hombre pasa la noche en la habitación de su amada y cuando amanece vuelve al hogar de su madre.

Esto no implica necesariamente que las mujeres sean promiscuas porque la mayoría son fieles a su pareja, pero sin embargo no quieren ataduras y cuando el amor se acaba no hacen un drama de ello. Si tienen hijos automáticamente ingresan en la familia de la madre, y generalmente los cuidan sus hermanos. Las mujeres son las matriarcas de los hogares, que suelen ser numerosos y en los que los varones aceptan con total normalidad su rol secundario.

Los hombres 'mosuo' comparten juego de cartas con una compañera. MIKEL BUTRAGUEÑO

Los hombres ‘mosuo’ comparten juego de cartas con una compañera.
MIKEL BUTRAGUEÑO

La semana pasada visitamos un poblado mosuo, Lige, y a simple vista sí que se notaba que las mujeres se ocupan de más tareas que el hombre: asan los corderos fuera de las posadas, reman en las barcas del lago, ejercen como camareras… Las ancianas continúan llevando sus coloridos trajes tradicionales, una peculiaridad de este matriarcado que ha hecho que el turismo chino aumente para fotografiarlo hasta la saciedad ‘in situ’: a los curiosos se les lleva a una casa mosuo ‘tipo’ para contemplar su habitación florida, y los jóvenes del pueblo han organizado un espectáculo en el que cuentan la historia de los mosuo haciendo especial hincapié en la faceta amorosa. Se marcan varios bailes muy animados, al estilo cowboy, y a los chicos se les ve disfrutar de lo lindo.

Los poblados mosuo, con firmes creencias budistas tibetanas, se asientan en las orillas del lago Luhu. Su destino está inexorablemente vinculado con el de este espejo cristalino, sorprendentemente limpio, que forma un paisaje lleno de calma. Los mosuo le llaman «madre Luhu», porque en su vocabulario son los conceptos femeninos los que destilan poder. Habrá que ver si la llegada del turismo y otras ópticas del mundo cambian la filosofía mosuo, o si este matriarcado lucha contra viento, marea y globalización por preservar sus singulares raíces.

Los 'mosuo' vinculan su destino con el del precioso lago Luhu. MIKEL BUTRAGUEÑO

Los ‘mosuo’ vinculan su destino con el del precioso lago Luhu.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Por lo menos los mosuo viven en paz, no como ocurre con las otras dos patatas calientes étnicas del régimen chino: los tibetanos y los uigures, la minoría musulmana de Xinjiang. Ambos acusan al gobierno central de coartar su libertad religiosa y cultural a través de medidas represivas y de la pérdida de pedigrí con la llegada orquestada de chinos han que copan la autoridad política y militar. Este fin de semana ocurría el enésimo incidente en Xinjiang: catorce uigures murieron por disparos de la policía durante unos disturbios, y también dos agentes. La tensión va en aumento, ya que hace escasos meses los uigures estamparon un coche contra la valla de Tiananmen y murieron sus tres tripulantes y dos turistas que fotografiaban el retrato de Mao Zedong.

Los tibetanos también se sienten muy reprimidos por China, de hecho hay que tener un permiso especial para visitar el Tibet y los periodistas no pueden adentrarse en la zona. En este limbo los tibetanos, desesperados, se inmolan a lo bonzo para reclamar el respeto a su identidad étnica. En este país donde las palabras favoritas son “estabilidad» y «equilibrio”, las etnias diferentes a la han, con sus creencias y sus tradiciones, muchas veces representan una singularidad que, lejos de verse como una riqueza cultural, se percibe como una amenaza a la homogeneidad soñada para este “continente” de 1.300 millones de almas.

Una turista sonríe ataviada con un traje típico 'mosuo'. MIKEL BUTRAGUEÑO

Una turista sonríe ataviada con un traje típico ‘mosuo’.
MIKEL BUTRAGUEÑO

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El capitalismo educativo

Tenacidad y constancia les sobra a la hora de estudiar y aprender de memoria, pero las carencias surgen cuando se trata de ser más creativos. Es una de las críticas externas más frecuentes al sistema educativo chino, que hace poco volvió a ser cuestionado por el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden. Esta semana se encuentra de visita diplomática en Pekín y a un grupo de estudiantes que se le acercó espontáneamente les animó a cuestionar al sistema y a contravenir las reglas siendo más creativos. El comentario les supo a cuerno quemado a los dirigentes del Partido Comunista, muy orgulloso de sus aplicados, exigidos y sumisos estudiantes.

Todos los chinos que conozco, sin excepción, recuerdan su infancia y adolescencia encadenada a sesiones maratonianas de ejercicios en casa y fines de semana estudiando. No es casualidad que despunten en áreas tradicionalmente más complicadas como las matemáticas, física, química… Ya desde pequeños padres y profesores planifican el tiempo de sus hijos con actividades extraescolares y clases de refuerzo que les quitan tiempo para hacer lo que se supone que hace cualquier niño, jugar y despreocuparse. Ramón Martínez lo describe muy bien en su estupendo libro ‘Historias chinas’: “En China abundan los colegios para niños internos que se desenvuelven en regímenes casi castrenses. En pie a las 5:30 de la mañana. Una hora de estudio individual en las aulas, donde los alumnos memorizan en voz alta y todos al mismo tiempo el material educativo. Una hora de gimnasia. Luego ejercicios para afinar la vista y a las 8:00, inicio del horario lectivo. Entonces vienen ocho o quizás diez horas de clase y después una empinada montaña de tareas para el tiempo libre. Las clases de piano, de inglés o de tenis de mesa, que pueden sumar puntos en el gaokao, son un asunto aparte. En ocasiones, los niños chinos, no tienen libres ni los fines de semana. Y los internos pueden darse con un canto en los dientes. Sobran los ejemplos de chavales que tienen que recorrer distancias que en invierno pueden parecer insalvables para llegar a la escuela”. ¿Muy duro, no?

Un alumno se divierte en el Museo de la Ciencia de Pekín. MIKEL BUTRAGUEÑO

Un alumno se divierte en el Museo de la Ciencia de Pekín. MIKEL BUTRAGUEÑO

He ejercido como profesora voluntaria de inglés un par de veces en una escuela a las afueras de Pekín llamada Dandelion. La fundó una mujer china, catedrática de Paleontología, que abandonó una carrera prestigiosa para centrarse en un público objetivo muy especial: los hijos de los inmigrantes chinos de otras provincias que, de manera ilegal, llegan a la capital y se establecen sin tener permiso de residencia. Por lo tanto, sus hijos no pueden estudiar y sólo en centros como éste tienen una oportunidad para no quedarse marginados por este rígido sistema educativo. La experiencia me encantó (gracias a ella admiro mucho más a los maestros, menuda paciencia y chorro de voz tienen que tener!!) y me tocaron unos alumnos adolescentes muy obedientes y extremadamente tímidos. Ahí pude ver que prefieren el trabajo individual antes que en grupo, que les encanta hablar de animales o de deporte, y que cargan con mochilas llenas a rebosar de libros y apuntes.

En el horizonte está el auténtico motivo de tanto tesón y sacrificio por parte de los estudiantes chinos: el gaokao o el examen de acceso a la universidad, que es una de las palabras que provoca más sudores fríos entre los alumnos.

Los estudiantes disfrutan de lo lindo aprendiendo en los museos. MIKEL BUTRAGUEÑO

Los estudiantes disfrutan de lo lindo aprendiendo en los museos.
MIKEL BUTRAGUEÑO

En Occidente podría pensarse que se trata de la Selectividad china, pero es mucho más complejo. En primer lugar, porque las universidades chinas no dan abasto para tanto estudiante y no hay plazas para todos. En segundo, porque para muchas familias es realmente importante que sus hijos accedan a la universidad, a ser posible de renombre, para asegurarse una vida más adinerada o un buen matrimonio. No hay olvidar que con la política del hijo único el adolescente que se examina supone la única esperanza de la familia para aspirar a un futuro sin sobresaltos. Los pequeños emperadores reciben mimos y exigencias a partes iguales.

Todo esto supone una presión terrible para los alumnos. Terrible. No sólo impuesta por los padres, sino también por los profesores que reciben un sueldo proporcional al número de sus estudiantes que aprueben el gaokao. El pavor al fracaso escolar es tal que las depresiones y los intentos de suicidio merodean en la adolescencia china. El lado positivo es que los estudiantes llegan muy bien preparados a la universidad, y fruto de ello son los altos porcentajes de titulados con los que cuenta el país. Otra cosa es que estos profesionales destaquen a la hora de enfrentarse a problemas que requieran dosis de creatividad o la exigencia de un trabajo en equipo. Y es que, como dicen ellos de manera irónica, “un chino es un dragón, un grupo de chinos es un gusano”.

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Villarriba contra Villabajo

Se observan con cierto recelo, al igual que otras urbes que comparten nacionalidad pero poco más. La rivalidad entre Pekín y Shanghai es patente: la cosmopolita y ultramoderna Shanghai mira por encima del hombro a la capital china, mientras que Pekín se ríe de la superficialidad y de la poca historia que queda en el corazón shanghainés y alardea de su peso político. Y para qué nos vamos a engañar, a su manera las dos tienen su parte de razón.

La competición no escrita entre ciudades, reproducida a escala mundial (Madrid versus Barcelona, Santiago de Chile contra Valparaíso, Roma Vs Milán…) se vive especialmente en el ámbito deportivo. Aunque la liga china de fútbol está dominada por el Guangzhou (reciente campeón de la Champions League asiática, el primer equipo chino en conseguirla), es en los partidos Beijing Guoan-Shanghai Shenhua cuando la rivalidad es más patente; lo mismo ocurre entre las aficiones de baloncesto, hostiles en los encuentros entre los Beijing Ducks y los Shanghai Sharks.

La avenida Nanjing Road de Shanghai, abarrotada de gente y de neones. MIKEL BUTRAGUEÑO

La avenida Nanjing Road de Shanghai, abarrotada de gente y de neones.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Shanghai es el alma financiera de China, muchas empresas multinacionales al eligen, en detrimento de Pekín, para ubicar en ella sus sedes. Esto se traduce en una población extranjera occidental mucho más numerosa, con un poder adquisitivo que se nota en los precios más elevados de muchos productos. Los shanghaineses son más refinados que los pequineses y visten con más estilo, mientras que los pequineses siembran para el futuro contando con las mejores universidades.

Shanghai se ha sabido reinventar a sí misma tras vivir una historia tremendamente accidentada en el último siglo y medio, siempre en la desembocadura del mítico río Yangtsé. Su puerto marítimo la colmó de riqueza y al mismo tiempo fue su perdición: la llegada masiva de importaciones de opio británicas convirtió a la ciudad, y al país, en adictos a este narcótico.

Un shanghainés rememora el antiguo esplendor de la ciudad. MIKEL BUTRAGUEÑO

Un shanghainés rememora el antiguo esplendor de la ciudad.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Las dos Guerras del Opio y el Tratado de Nanking abonaron el terreno para una fauna muy heterogénea de artistas, intelectuales, empresarios, vividores, mafiosos, prostitutas…Las posteriores concesiones a los occidentales (franceses, británicos y norteamericanos establecieron pseudo colonias en las que no regía la ley china sino la de sus países de origen), las revueltas comunistas o la invasión japonesa son otros puntos clave en su turbulenta historia.

Se ha preservado muy bien la huella de las naciones que se instalaron allí, esencialmente Francia e Inglaterra, pero lo triste es que no ha protegido con el mismo esmero sus calles tradicionales chinas. Esta occidentalización se trasluce también en los nombres que utilizan para bautizarla: la llaman la Perla de Oriente o el París del Este. Es la ciudad más poblada de China, aloja más de 23 millones de historias personales y su desarrollo vertical ha sido vertiginoso y espectacular. En las retinas de sus visitantes y residentes la imagen más impactante es la del skyline de Pudong, en el meandro del río Huangpu.

Las vistas nocturnas de Pugong, sencillamente espectaculares. MIKEL BUTRAGUEÑO

Las vistas nocturnas de Pugong, sencillamente espectaculares.
MIKEL BUTRAGUEÑO

La emblemática y futurística torre Perla de Oriente, el Shanghai World Financial Center (llamado abrebotellas por su parecido con esta herramienta) o la torre Jinmao trazan un lienzo arquitectónico de modernidad que cuando se ilumina por la noche cobra toda su espectacularidad. Impacta que apenas hace un par de décadas, lo único visible en esa margen del río eran campos infinitos de arroz. En la orilla de enfrente, rivalizando con un diseño totalmente diferente, se encuentran las fachadas neoclásicas del Bund, sobrias y elegantes, coronadas todas ellas con una bandera del país.

Pasear por el Bund es transportarse a Europa. MIKEL BUTRAGUEÑO

Pasear por el Bund es transportarse a Europa.
MIKEL BUTRAGUEÑO

La zona más agradable para pasear por Shanghai es la concesión francesa, un barrio de estilo europeo con árboles (parece una tontería pero viviendo en una ciudad de cemento como Pekín se agradece mucho esta presencia verde) y anchas avenidas acogedoras para el peatón. También cuenta con un área más tradicional de arquitectura china, en la que destacan las callejuelas de sabor oriental y el increíble, aunque híper masificado, parque Yu.

Shanghai es un soplo de aire fresco y una escapada muy agradecida desde la capital para un fin de semana largo. Sin embargo, cuando decides irte a vivir a la otra punta del planeta aprecias más, al menos en mi caso, el contraste y el choque cultural que te proporciona una ciudad como Pekín. Aunque está creciendo a pasos agigantados, todavía conserva restos de autenticidad que la hacen única y muy especial… ¡iViva el Beijing Guoan!

Cerca de Shanghai hay varios pueblos acuáticos preciosos, como Zhujiajiao. MIKEL BUTRAGUEÑO

Cerca de Shanghai hay varios pueblos acuáticos preciosos, como Zhujiajiao.
MIKEL BUTRAGUEÑO

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El poder tras el biombo

Es la mujer que más poder ha tenido en la historia, al menos en cuanto al número de personas bajo su mando, y sin embargo en Europa es una desconocida. En China hubo una voluntad de hierro con nombre de mujer, una auténtica jefa de estado muchas veces a la sombra de un biombo: la emperatriz Cixi (1835-1908).

El barco de mármol en el Palacio de Verano, excentricidad de la emperatriz Cixi. MIKEL BUTRAGUEÑO

El barco de mármol en el Palacio de Verano, excentricidad de la emperatriz Cixi.
MIKEL BUTRAGUEÑO

La primera vez que conocí su existencia fue en el Palacio de Verano de los emperadores de Pekín, un formidable complejo natural y arquitectónico ubicado al norte de la ciudad. Allí, un barco de mármol, tan extravagantemente costoso como inútil, me descubrió la personalidad de una mujer acostumbrada a las intrigas palaciegas y a la que le tocó vivir, y mandar, en una de las épocas más convulsas de China.

La última emperatriz de la dinastía Qing tuvo una vida digna de argumento de telenovela: a los 15 años entró a formar parte del selecto harén de 200 concubinas del emperador Xianfeng gracias a su belleza. Ella fue capaz de lograr lo que no consiguió Ci’an, la mujer del emperador: se quedó embarazada, y así catapultó su posición dentro del concubinato. Obtuvo el título de 2ª emperatriz y pasó a llamarse Cixi, emperatriz del Palacio Occidental. En 1856 da a luz a Tongzhi, el futuro emperador de China. Cuatro años más tarde, en 1860, comienza la 2ª Guerra del Opio y el emperador y su corte huyen de las tropas de Francia e Inglaterra (realmente vergonzoso que estos dos países atacaran China para seguir lucrándose con la venta del opio). Es precisamente la adicción a esta droga la que provoca la muerte del emperador en su exilio al norte de China. Antes de pasar a mejor vida nombra sucesor a su hijo Tongzhi y a las dos emperatrices como regentes hasta la mayoría de edad del pequeño.

Cixi posa con todo el esplendor imperial. BLOG COMER, BEBER, AMAR

Cixi posa con todo el esplendor imperial.
BLOG COMER, BEBER, AMAR

A partir de aquí las intrigas palaciegas se suceden, y la inteligente e implacable Cixi se va curtiendo en el arte de las negociaciones, unas veces, y las traiciones otras. Supera con éxito un intento de golpe de Estado y se convierte en la directora de los hilos del imperio. No hay que olvidar que en el siglo XIX la mujer estaba siempre supeditada a la figura masculina. De esta manera, Cixi ejerció su poder entre bambalinas como emperatriz regente manipulando a su conveniencia al futuro heredero, amante de los placeres carnales en los burdeles de Pekín. Sigue influyendo en su hijo cuando se casa pero se repiten las desavenencias con su nuera. Cuando Tongzhi fallece también se la quiere quitar de en medio y le invita “gentilmente“ a suicidarse.

Nombra como heredero a su sobrino de tres años en una jugada política magistral, ya que le permite seguir gobernando a la sombra. Cuando su sobrino Guangxu llega al poder Cixi queda relegada a un segundo plano, pero su papel secundario no dura mucho. Es una ferviente conservadora que sufre con la primera Guerra sino-japonesa, y cuando el nuevo emperador muestra sus simpatías hacia Japón, Cixi organiza un golpe de estado y recupera, por enésima vez, el poder.

En las visitas a la Ciudad Prohibida se alquilan atuendos para posar al estilo imperial de Cixi. MIKEL BUTRAGUEÑO

En las visitas a la Ciudad Prohibida se alquilan atuendos para posar al estilo imperial de Cixi.
MIKEL BUTRAGUEÑO

La emperatriz Cixi con parte de su séquito. BLOG DE ANA VÁZQUEZ

La emperatriz Cixi con parte de su séquito.
BLOG DE ANA VÁZQUEZ

El siguiente capítulo de su folletinesca vida lo marca otro apasionante episodio de la historia china: la guerra de los bóxer. Simplificando mucho, los chinos más radicales, los bóxer, quieren eliminar cualquier influencia extranjera de su país y la emprenden contra los foráneos y los cristianos chinos. La Alianza de las ocho naciones inflinge una nueva derrota a China y Cixi tiene que realizar concesiones a las potencias extranjeras, aunque sigue manteniendo cotas de poder. Finalmente fallece en pleno declive de la dinastía Qing, a comienzos del siglo XX.

Me fascinan las fotos antiguas de las personalidades y los dignatarios de China: su vestuario tan recargado y la ambientación de las imágenes unas veces cae en la caricatura, pero otras es más solemne que en las estampas de sus homólogos europeos.

Por eso las fotos de Cixi me encantan y me parecen muy reveladoras: la muestran como una mujer de rostro inteligente, que seguía los dictados de la moda pero que no se obsesionaba con ella. Sin duda, su mayor fijación era el poder, y a conseguirlo y mantenerlo se consagró durante cuarenta largos años.

PD: Si os interesa adentraros más en la apasionante vida de esta mujer, podéis consultar la información, a veces contradictoria, en estos enlaces:

Cixi, la última emperatriz china

La última emperatriz china, Cixi (1835-1908)

China (3): la emperatriz Cixi

Libro de Jung Chang

Paseando por los recovecos de la Ciudad Prohibida. MIKEL BUTRAGUEÑO

Paseando por los recovecos de la Ciudad Prohibida.
MIKEL BUTRAGUEÑO

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Las hormigas del reciclaje

La más deseada ya está aquí. Ha llegado para quedarse, al menos unos cuantos meses. Nuestros hogares vuelven a ser habitables con el encendido de la calefacción, el monotema de las últimas semanas en las conversaciones pequinesas. Afortunadamente, gracias a la celebración de la junta del Partido Comunista, el régimen tuvo la deferencia de adelantar la fecha de su llegada unos días (oficialmente empezaba hoy) para regocijo del pueblo. Como pasa en verano con el aire acondicionado, el desfalco ecológico está garantizado y ya se puede estar en manga corta en casa mientras la temperatura exterior llega a caer hasta rondar los 15ºC bajo cero.

Esta semana, con el inicio de la calefacción, la contaminación se ha disparado. El miércoles aumentó paulatinamente hasta septuplicar los límites permitidos en Europa. MIKEL BUTRAGUEÑO

Esta semana, con el inicio de la calefacción, la contaminación se ha disparado. El miércoles aumentó paulatinamente hasta septuplicar los límites permitidos en Europa.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Toda China es dolorosamente dependiente de un carbón de pésima calidad, lo que produce una contaminación alarmante que padecemos sin que preocupe de manera excesiva a la sociedad. Sin reservas de gas ni petróleo en la recámara, este país asiático es el mayor productor y consumidor de carbón en el mundo, con una extracción barata, una excesiva dependencia social y una legislación ausente para tratar los contaminantes que le acompañan (azufre principalmente).

La ciudad minera de Linfen encabeza el desagradable ranking de las ciudades más contaminadas de China y del mundo, pero otras muchas sufren esta lacra. Hace menos de un mes saltaba la alarma cuando Harbin, urbe al norte de China que padece de un frío extremo, comenzó la campaña de la calefacción y una nube tóxica cubrió la ciudad, obligando a cerrar escuelas y el aeropuerto. Los habitantes al sur del río Yangtze, que serpentea por China de oeste a este, a pesar de que reciben los efluvios de los vecinos contaminantes del norte, no tienen calefacción por decreto nacional. Así que en invierno tienen que depender de estufas eléctricas para poder sobrevivir en sus casas. Curiosa la definición de frontera calórica en el famoso río chino.

Este atropello ecológico no viene solo. El imperio del plástico, como ocurre en gran parte del mercado occidental, ha ido extendiendo sus tentáculos de manera exponencial en China. Este material tan contaminante campa a sus anchas en supermercados, comercios….y no hay visos de que vaya a perder su hegemonía a corto plazo. Si vas a una frutería, ves con horror que las manzanas o las naranjas están envueltas, individualmente, en redecillas o plástico.

Las grageas para la garganta también despilfarran envoltorios. MIKEL BUTRAGUEÑO

Las grageas para la garganta también despilfarran envoltorios.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Si compras un paquete de papel higiénico, cada rollo está religiosamente envuelto. Si acudes a una panadería y seleccionas varias piezas, también te las empiezan a empaquetar una a una a menos que pongas el grito en el cielo. Si te duele la garganta y abres una caja con grageas, más de lo mismo… Lo paradójico, aunque positivo, es que en ese mismo súper te cobren por las bolsas, como ya ocurre en tantos otros países.

El ciudadano chino todavía no tiene muy interiorizado el respeto al medio ambiente. Lo de tirar papeles por la calle o arrojar cualquier desperdicio desde el coche está a la orden del día, y tampoco cuentan con diferentes contenedores para la recogida selectiva de la basura. Como ocurría hace años en España, pilas, cristal, orgánicos, papel… todo termina en el mismo saco. Cuando te instalas en la sociedad china esta realidad es descorazonadora, pero luego descubres el negocio subterráneo del minorista del reciclaje. Mucha gente con escasos recursos se dedica a escarbar en la basura para luego vender estos desechos separados por categorías a las plantas de reciclaje. Es habitual ver circular por las calles carromatos que parece que van a volcar de un momento a otro: el conductor pedalea cargando en la parte trasera una enorme montaña de cartón, plástico o montañas de vidrio, apilada hasta rozar la exageración, rumbo a la planta procesadora de turno para embolsarse unos yuanes.

Reciclaje en plena calle. MIKEL BUTRAGUEÑO

Reciclaje en plena calle.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Dada la escala de su población, China genera basura a mares. Las atestadas ciudades de Pekín o Shanghai producen 20.000 toneladas diarias de basura, según el ‘Diario de la Juventud de China’. Pero es que el dragón rojo también compra la porquería de otros. Según un artículo del portal ‘China Files’, China adquiere el 70% de la basura electrónica del mundo. Ciudades como Guiyu se han lucrado gracias al desmontaje y posterior reciclado de componentes electrónicos. Muchas de estas piezas contienen oro, plata, aluminio u otros metales preciosos valiosos para las plantas recicladoras y los bolsillos de algunos. Pero la otra cara de la moneda se presenta en forma de elementos tóxicos como el plomo, mercurio, cromo… que se pierden en una legislación que es, por decirlo de alguna manera, inexistente o bastante laxa.

Pero en China ya son conscientes de que están pagando un precio demasiado alto por su rápido y desmedido crecimiento, y han decidido emprender un camino más sostenible. Según el informe ‘The green tech market in China’ de EUSME Centre, a finales de 2010 el gigante asiático se convirtió en el principal inversor en energías limpias del mundo, con 42,9 billones de euros. Para ser un país catalogado todavía como ‘en vías de desarrollo’, es una apuesta muy valiente. Porque no es mi intención aburrir con las cifras, pero realmente son muy ilustrativas: en 2015 se pretende tener instalados casi 100 GW de energía eólica, la instalación de potencia solar se multiplicó el año pasado por 4 y la hidráulica subió un 30%. Apuesta firme y consolidada para llegar a una generación del 15% de su energía en 2020 gracias a fuentes renovables (en Europa pensamos llegar al 20% en ese mismo año) y poder disfrutar de un cielo azul a través de la ventana mientras se empañan los cristales por el excesivo calor del interior.

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‘Xiaochis’

Tras dos años aquí, hay situaciones que ya me resultan cotidianas en China. Y sin embargo resultan chocantes ante los ojos occidentales que las miran por primera vez… Este fin de semana nos ha tocado vivir varias de ellas, así que a ver qué os parecen estas pequeñas píldoras sobre momentos concentrados como si fueran xiaochis (entrantes o snacks chinos con sabores de lo más variados).

La fuerza del grupo. Motivar al personal es la dinámica diaria de muchos comercios de China. La primera vez que vi a un grupo de empleados en la calle, cuadrados con disciplina militar y atentos a la perorata del encargado, pensé que estaban preparando algún acontecimiento especial. Pero ya he visto esta estampa tantas veces que he perdido la cuenta, sobre todo ejercicios de motivación colectiva fuera de restaurantes, inmobiliarias y peluquerías. Se emplea a mucha gente con sueldos muy bajos, por lo que siempre hay un auditorio numeroso al que aleccionar con gritos de superación personal o de atender bien al cliente. «¡Hoy vamos a cortar el pelo muy bien y todos nuestros clientes estarán muy contentos!”. Lo bizarro es cuando a estos ejercicios en grupo les añaden música y coreografías y los pobres empleados tienen que mover el esqueleto mientras gritan las bondades de su empresa con mayor o menor convicción…

El personal de cocina de un restaurante recibe arengas de motivación en plena calle. MIKEL BUTRAGUEÑO

El personal de cocina de un restaurante recibe arengas de motivación en plena calle.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Los megagremios del siglo XXI. Antiguamente en Europa, los artesanos del mismo gremio se concentraban en una calle en la que compartían conocimientos, materia prima y clientes. De ahí nombres de avenidas tan conocidas en Pamplona como Zapatería o Calderería. En la China del siglo XXI se hace lo mismo pero a lo grande. A una escala tan enorme que hay edificios enteros consagrados al mismo producto. Por ejemplo las gafas. Hay una mini ciudad formada por un complejo de tres edificios absolutamente llenos de pequeñas tiendas y puestos con cientos de miles de monturas, gafas de sol y personal que te gradúa la vista. El precio es mucho más asequible que en España, y la calidad no está nada mal. A este templo de la vista se suman los megamercados de electrónica, de flores, de muebles antiguos, las ciudades con productos para la cocina, las de complementos para el baño… El sábado estuvimos en la Ciudad de las lámparas, centenares de tiendas con una tremenda profusión de lámparas barrocas, horteras o recargadas hasta la médula. Pero también, oh maravilla, diseños vanguardistas de última tendencia con ejemplares bonitos a la par que funcionales. Y una vez más, a un precio más razonable que en Europa. Los vendedores, al preguntar por la procedencia del producto, se apresuraban a defender la fabricación «made in China» con altos estándares de calidad. Más tarde, con cierta timidez, reconocían que el diseño procedía de Europa.

En la ciudad de las lámparas se pueden encontrar ejemplares de casi dos metros de altura. MIKEL BUTRAGUEÑO

En la ciudad de las lámparas se pueden encontrar ejemplares de casi dos metros de altura.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Sonrisas para evaluar al personal. A mi sobrina Uxue le pintan una carita sonriente en la mano cada día si se ha portado bien en la guardería. En este rincón asiático estas sonrisas no pasan con la edad a mejor vida porque se utilizan para evaluar al personal que atiende al público. Para evaluar la actividad del empleado que te ha atendido en el banco o en el aeropuerto, por ejemplo, hay un marcador electrónico en el que eliges A, B o C, con su correspondiente cara sonriente o enfadada.

"El trabajo se hace en dos minutos". Mensajes como éste se alternan con las caritas para evaluar a los empleados.  MIKEL BUTRAGUEÑO

«El trabajo se hace en dos minutos». Mensajes como éste se alternan con las caritas para evaluar a los empleados.
MIKEL BUTRAGUEÑO

Todo esto en función de la eficiencia, la amabilidad o la ausencia de estas virtudes en el trabajador de turno. De esta manera puedes ver qué trabajador reúne más estrellas y esperar un trato más eficiente o, al menos, más amable.

Entre rotos y descosidos. En Pekín no hay que vagabundear demasiado para encontrar a un artesano de la aguja. Trabajan, por lo general, en cuartuchos sucios y polvorientos, rodeados de rollos de telas con estampados orientales o diseños bastante planos y monocromáticos. Puedes encargar un traje a medida y te lo hacen con una rapidez asombrosa, en dos o tres días. También te arreglan cremalleras, recogen los bajos…. lo que hace el sastre de toda la vida pero a un módico precio con regateo incluido. Lo que entristece es que muchos de estos locales son a la vez la vivienda de los trabajadores, viven y se ganan el arroz en apenas veinte metros cuadrados. De vez en cuando se oye el llanto de un bebé o el parloteo de niños en la habitación de al lado, huele a comida o se ven almohadas o ceniceros llenos de colillas… Son un recordatorio de que China sigue siendo un país lleno de desigualdades y que no pone las cosas fáciles para muchos de sus habitantes.

Calles de pega. En una nación en la que la falsificación y la imitación campan a sus anchas, ya no nos extraña que haya calles de cartón-piedra como Qianmen. Es una avenida comercial situada al sur de Tiananmen, llena de tiendas de ropa, té o souvenirs, cuyas fachadas parecen un decorado de película con la estética elegante de las casas tradicionales chinas. Esta parafernalia arquitectónica se ha erigido sobre los escombros de un antiguo barrio típico de Pekín, un hutong centenario testigo de las vicisitudes de la historia. Con la fiebre olímpica y las ansias de lavar la imagen de la ciudad para ofrecer un aspecto contemporáneo las autoridades se cargaron cientos de callejuelas típicas. El resultado, pérdida de personalidad y una homogeneización urbanística en la que a veces pierdes la noción de si estás paseando por las calles de Berlín, Barcelona o Singapur. Afortunadamente, de esta avenida de falsete salen infinidad de callejuelas donde se puede respirar el Pekín antiguo, bullicioso y caótico y que por ahora ha logrado escapar a las garras de la excavadora de la modernidad.

Atardecer en la puerta histórica de Qianmen, lo único auténtico en esa calle. MIKEL BUTRAGUEÑO

Atardecer en la puerta histórica de Qianmen, lo único auténtico en esa calle.
MIKEL BUTRAGUEÑO

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RECortando fotogramas

Añoro algo tan sencillo como ir al cine. China no es un país para cinéfilos, al menos para los que no dominamos el mandarín. La cuota de pantalla de las películas extranjeras es paupérrima ya que éste es un país muy proteccionista con su cine. Además, en la mayoría de los casos se proyectan películas de acción, muy comerciales y un tanto tontorronas. Es decir, las que quedan tras pasar por el filtro de la censura, que recorta fotogramas o directamente prohíbe la película si es subversiva o cuestiona los principios que sustentan al Partido Comunista.

Las escenas de sexo o los desnudos tampoco escapan del ojo del censor, al que no le hizo mucha gracia que los ciudadanos chinos viesen el pecho desnudo de Kate Winslet en la reedición de ‘Titanic’. El «escándalo» se acentuaba al proyectarse en 3D, así que directamente eliminaron la escena. Leí que las partes traseras de Jamie Foxx en ‘Django’, la última de Tarantino, también habían desaparecido del metraje. James Bond esquiva muchas balas pero no es inmune a la censura china. En ‘Skyfall’, la última entrega de la saga, eliminaron una escena clave y suavizaron un diálogo donde la protagonista explicaba su pasado turbio en China. Como no concibo ver una película troceada o censurada a sabiendas, que no cuenten con mi dinero en taquilla.

Hong Kong tiene un paseo de la fama con estrellas de sus actores más famosos, entre ellos Jackie Chan. MIKEL BUTRAGUEÑO

Hong Kong tiene un paseo de la fama con estrellas de sus actores más famosos, entre ellos Jackie Chan.
MIKEL BUTRAGUEÑO

A pesar de la población que tiene China el cine todavía no es el filón que podría llegar a ser. Las entradas son bastante caras, del orden de unos 10 euros, aunque hay tarjetas de fidelidad con descuento con las que pagas la mitad; el público chino se decanta por obras de otros países, ya que las producciones nacionales no suelen ser muy creativas o inspiradoras y presentan cierto tufillo propagandístico. Además, la piratería campa a sus anchas. Literalmente. Hay tiendas con estanterías llenas de los últimos estrenos, de clásicos, de las series más aclamadas de televisión… y todo, absolutamente todo, es una imitación ilegal. La presentación de los dvds está ciertamente lograda y cada uno vale poco menos de 1,5 euros. Estamos ante un “top manta” con toda una infraestructura oficial donde el gobierno mira para otro lado. ¿Ocurriría lo mismo si las producciones que piratean fuesen locales?

Sin embargo, no puede decirse que Pekín sea un muermo cinéfilo. El séptimo arte ha encontrado por fin su hueco en el dragón asiático, aunque sea impulsado por la iniciativa privada. El domingo pasado concluía el Festival de Cine Español, que reunió en la Filmoteca de Pekín varios títulos recientes de la cinematografía española y trajo a ponentes de la talla del productor Gerardo Herrero. Durante todo el mes de noviembre la capital también se llena de fotogramas con el Festival de Cine Europeo, que proyecta películas en varias salas de cine pero también las exhibe de manera gratuita en centros culturales o embajadas. Además, hoy comienza el Festival de Cine Caballo Dorado de Taipei, cita cinéfila que cumple su 50 aniversario como uno de los certámenes asiáticos de más tirón. Aquí entramos en la controversia de si Taiwán pertenece o no a China, pero está claro que tienen profundos vínculos culturales.

Nicole Kidman, en la inauguración de la Ciudad del Cine Oriental de Qingdao. EL PAÍS

Nicole Kidman, en la inauguración de la Ciudad del Cine Oriental de Qingdao. EL PAÍS

En los últimos años Oriente está reclamando su sitio en la partida de ajedrez mundial, y China no se quiere quedar rezagada. Occidente está cediendo su hegemonía en muchos ámbitos, como el económico, el tecnológico, el cultural… La última vuelta de tuerca se está viviendo en China, que inauguró recientemente unos estudios de cine que han hecho palidecer de envidia a Hollywood.

Fotograma de la película sobre la infancia y juventud de Mao. THE GUARDIAN

Fotograma de la película sobre la infancia y juventud de Mao. THE GUARDIAN

Aquí no se andan con medias tintas y una vez que emprenden un proyecto, lo hacen a lo grande. El hombre más rico del país, el empresario del sector inmobiliario Wang Jianlin, ha puesto en marcha la Ciudad del Cine Oriental en Qingdao, ciudad costera del este famosa por su cerveza y por su calidad de vida. A la inauguración de este megaproyecto acudieron rutilantes estrellas de Hollywood que apoyaron con su presencia la creación del estudio cinematográfico más grande del mundo. Nicole Kidman, Leonardo DiCaprio o Kate Beckinsale pasearon sus palmitos en Qingdao atraídos por unos jugosos honorarios. El objetivo de Wang es situar a su país en el centro del mapamundi cinematográfico, y sacarle del estereotipado celuloide de patadas de Jackie Chan o Bruce Lee.

Está claro que a golpe de talonario se cumplen muchos proyectos, pero lo que hay que ver es si estas inversiones dan alas a propuestas arriesgadas o se sigue por la senda de las historias sin sustancia. En los últimos meses, las producciones patrias que han triunfado no destacan por apelar a la materia gris: ‘Lost in Thailand’ o ‘Tiny Times’ narran las aventuras de tres amigos que se van de juerga a Tailanda y los amores y desamores de unas jóvenes recién graduadas, respectivamente El régimen vigila con puño de hierro su producción cinematográfica, y ha acogido de buen agrado el rodaje de una película de dibujos animados sobre la infancia y juventud de Mao Zedong. Apuesto a que lo retratarán como un ingenioso y ocurrente angelito…

En Hong Kong veneran a Bruce Lee, posiblemente el actor oriental más conocido. MIKEL BUTRAGUEÑO

En Hong Kong veneran a Bruce Lee, posiblemente el actor oriental más conocido.
MIKEL BUTRAGUEÑO

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